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Olga: En verdad mil gracias por leer y comentar mi artículo; sin embargo me apena no coincidir con su posición ideológica. Voy a explicar por qué:
No se trata de “poder” o de “deseos”, tampoco de romanticismo falso o de hacer lo que uno quiera. Nuestra voluntad nos ha sido dada para elegir entre dos bienes; no para elegir entre el bien y el mal. La voluntad es “libre” cuando se ejerce en el campo de las cosas permitidas, no en el campo de lo prohibido o de lo obligatorio.
Trataré de explicarme con un ejemplo jurídico: Una persona no es “libre” de hacer cosas ilegales, pues tendrá consecuencias. Tampoco es libre de NO hacer el pago de impuestos, pues también tendrá consecuencias. Sí es libre de hacer, o no hacer, aquello que el derecho no le obliga pero sí le permite.
Un ejemplo más: Usted es libre de trasladarse en su vehículo a cualquier parte de su país, pues no le está prohibido, ni le es obligatorio. Sin embargo debe cumplir con las reglas de tráfico vehicular, como velocidad máxima y mínima, respetar semáforos, dirección del carril en el que transita, etcétera. Si Usted infringe esas reglas, deberá tener consecuencias, por tanto no es libre de transgredirlas. Puede Usted trasladarse, sí; pero siempre y cuando respete las reglas. Es libre de trasladarse, no es libre de irse por el carril que Usted quiera ni a la velocidad que le plazca.
En la vida gregaria, Dios nos ha puesto reglas, algunas son prohibitivas y otras son impositivas. En ninguno de los casos somos verdaderamente “libres”, pues si incumplimos, habrá consecuencias.
Pero Dios también nos dejó un espacio para la libertad. Usted puede decidir con quién casarse, pero no tiene derecho a decidir cuál es el fin primario del matrimonio; ese fin, nuestro Creador lo fijó en sus reglas.
Y pasa lo mismo con los roles dentro del matrimonio, a nosotros los hombres nos corresponden unas cosas y a Ustedes las mujeres, otras. Una creatura con dos cabezas es un monstruo. Una familia con dos cabezas irá en dos direcciones. El hombre es la cabeza; la mujer es el corazón, y ambos órganos son imprescindibles e insustituibles para la existencia de un matrimonio, para la subsistencia de una buena familia. (Ef. 5:22-23).
La separación de roles es explicada en la Sagrada Biblia, en el libro del “Génesis”. La mujer complementa al hombre en lo que a este le falta y el varón a la mujer en lo que ella carece. Somos complementarios, por tanto nos necesitamos. Además en el mismo libro Sagrado, se explican las obligaciones de una y otro.
No se trata de ver quien vale más; si se habla de valor, la mujer es de mayor valía pues su alma es más sublime, sus sentimientos más profundos y sus aspiraciones más nobles. Se trata de roles y no son los mismos; hasta nuestros cuerpos nos expresan esto.
Además, vea los efectos que se han provocado en la sociedad confundiendo esos roles. Los hombres quieren ser mujeres (homosexuales), las mujeres hombres (lesbianas), y todo se vuelve un caos. Vea en Europa el efecto que se ha provocado con la autorización del aborto y la homosexualidad, desde hace ya varios años; hay países, como Holanda, en que su población promedio supera los 58 años de edad. Es terrible, parece que esa sociedad tan hermosa, se auto condenó a exterminarse. El ser humano moderno ha perdido el rumbo, pues nos hemos vuelto seres individualistas, no seres sociales; cada quien piensa solo en sí mismo. Si no me lo cree mire la cantidad de divorcios.
Pienso que Dios, nuestro Padre y Creador, él que nos diseñó, tiene todo el conocimiento, todo el derecho y el poder para marcar las obligaciones de cada una de sus creaturas, y nosotros somos absolutamente incapaces de modificar esas obligaciones. No somos “libres” de cambiar las reglas, y lo digo por las consecuencias sociales que saltan a la vista.
Todos los abusos, todas las transgresiones a la ley de divina, tienen graves consecuencias, no solo individuales, también sociales.
Me despido anhelando haberla convencido. Dios la bendiga y muchas gracias por leer esta réplica.
No se trata de “poder” o de “deseos”, tampoco de romanticismo falso o de hacer lo que uno quiera. Nuestra voluntad nos ha sido dada para elegir entre dos bienes; no para elegir entre el bien y el mal. La voluntad es “libre” cuando se ejerce en el campo de las cosas permitidas, no en el campo de lo prohibido o de lo obligatorio.
Trataré de explicarme con un ejemplo jurídico: Una persona no es “libre” de hacer cosas ilegales, pues tendrá consecuencias. Tampoco es libre de NO hacer el pago de impuestos, pues también tendrá consecuencias. Sí es libre de hacer, o no hacer, aquello que el derecho no le obliga pero sí le permite.
Un ejemplo más: Usted es libre de trasladarse en su vehículo a cualquier parte de su país, pues no le está prohibido, ni le es obligatorio. Sin embargo debe cumplir con las reglas de tráfico vehicular, como velocidad máxima y mínima, respetar semáforos, dirección del carril en el que transita, etcétera. Si Usted infringe esas reglas, deberá tener consecuencias, por tanto no es libre de transgredirlas. Puede Usted trasladarse, sí; pero siempre y cuando respete las reglas. Es libre de trasladarse, no es libre de irse por el carril que Usted quiera ni a la velocidad que le plazca.
En la vida gregaria, Dios nos ha puesto reglas, algunas son prohibitivas y otras son impositivas. En ninguno de los casos somos verdaderamente “libres”, pues si incumplimos, habrá consecuencias.
Pero Dios también nos dejó un espacio para la libertad. Usted puede decidir con quién casarse, pero no tiene derecho a decidir cuál es el fin primario del matrimonio; ese fin, nuestro Creador lo fijó en sus reglas.
Y pasa lo mismo con los roles dentro del matrimonio, a nosotros los hombres nos corresponden unas cosas y a Ustedes las mujeres, otras. Una creatura con dos cabezas es un monstruo. Una familia con dos cabezas irá en dos direcciones. El hombre es la cabeza; la mujer es el corazón, y ambos órganos son imprescindibles e insustituibles para la existencia de un matrimonio, para la subsistencia de una buena familia. (Ef. 5:22-23).
La separación de roles es explicada en la Sagrada Biblia, en el libro del “Génesis”. La mujer complementa al hombre en lo que a este le falta y el varón a la mujer en lo que ella carece. Somos complementarios, por tanto nos necesitamos. Además en el mismo libro Sagrado, se explican las obligaciones de una y otro.
No se trata de ver quien vale más; si se habla de valor, la mujer es de mayor valía pues su alma es más sublime, sus sentimientos más profundos y sus aspiraciones más nobles. Se trata de roles y no son los mismos; hasta nuestros cuerpos nos expresan esto.
Además, vea los efectos que se han provocado en la sociedad confundiendo esos roles. Los hombres quieren ser mujeres (homosexuales), las mujeres hombres (lesbianas), y todo se vuelve un caos. Vea en Europa el efecto que se ha provocado con la autorización del aborto y la homosexualidad, desde hace ya varios años; hay países, como Holanda, en que su población promedio supera los 58 años de edad. Es terrible, parece que esa sociedad tan hermosa, se auto condenó a exterminarse. El ser humano moderno ha perdido el rumbo, pues nos hemos vuelto seres individualistas, no seres sociales; cada quien piensa solo en sí mismo. Si no me lo cree mire la cantidad de divorcios.
Pienso que Dios, nuestro Padre y Creador, él que nos diseñó, tiene todo el conocimiento, todo el derecho y el poder para marcar las obligaciones de cada una de sus creaturas, y nosotros somos absolutamente incapaces de modificar esas obligaciones. No somos “libres” de cambiar las reglas, y lo digo por las consecuencias sociales que saltan a la vista.
Todos los abusos, todas las transgresiones a la ley de divina, tienen graves consecuencias, no solo individuales, también sociales.
Me despido anhelando haberla convencido. Dios la bendiga y muchas gracias por leer esta réplica.